Enigma. (Cuento corto)

27.10.2013 01:20

Ni siquiera lo conocí –decía llorando a mares - cuando  la amiga la consolaba abrazándola cariñosamente y susurrándole al oído que Dios sabe lo que hace, pero que le gusta jugar a los dados con nosotros. Ella con sus grandes e inflamados  ojos color miel la miró y preguntó  que por qué a ella le pasaban tantas cosas para que siguiera siendo  infeliz toda su vida. No supo qué contestar.

Todo había empezado un mes atrás. En su red social conoció a un sujeto que se hacía llamar Armando  y que a una escasa semana de platicar en la red  le había propuesto matrimonio y ella, desesperada porque no tenía novio,  había aceptado. Se iban a reunir en Tamaulipas. Sobra decir que toda la parentela le aconsejaba que no fuera, que podría ser una trampa para convertirla en burrera, mula o lo que fuera como se llame a los que se encargan de llevar drogas de un lado para otro. Su madre, más sabia, le dijo que no creía que la usarían para este fin, ni para vender sus caricias -porque ya estás vieja para eso- le gritó desesperada. No, te van a matar y luego venderán tus órganos,  menos tu hígado claro está, ¡Porque ya lo tienes podrido de  tanto trago infeliz!  Ni Dios Padre la hizo cambiar de opinión. Se iba porque se iba y listo.

Su infancia había sido muy difícil, con padres divorciados y casados en segundas,  terceras y cuartas nupcias;  así  que Angélica quería tener su propio amor. Y los había tenido.  Veinte o treinta años mayores que ella, pero al fin y al cabo eran de ella. Y… también  de sus esposas, por cierto.

Ahora había encontrado al hombre de su vida, pero no lo conocía porque,  por seguridad decía él,  Armando no tenía foto en su perfil. Pero esto no importaba, ella ya lo amaba y se iría con él a donde  quisiera llevarla.

El día antes de su partida a Tamaulipas, organizó su propia despedida de soltera, invitó a la mayoría de sus amigas, que se morían de envidia, porque Angélica se había encontrado al mejor partido: joven, bien parecido, doctorado por la  Universidad de Colombia, y con casas por todo el mundo, amén de ser súper sexi -según él.

Así que al día siguiente de la fiesta,  Lorena al verla llegar llorando temió lo peor. ¡Armando había muerto! Sí, sufrió un terrible accidente en la carretera hacia el aeropuerto y un amigo mutuo se lo comunicó en su red social. Estaba devastada. El amigo se ofreció a platicarle  lo sucedido y a entregarle una fotografía de Armando, en cuanto tuviera un poco de tiempo disponible.

Pasaron veinticinco días y Angélica revisaba todos los días su red social, porque Armando puede comunicarse, decía. Sobra mencionar que había adelgazado mucho, estaba pálida, ojerosa, tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

Un día el esposo de su hermana  fue a su casa porque Angélica le pidió ayuda para que arreglara su auto, ya que él era mecánico de autos en una empresa local.  Él nunca regresó a casa con su esposa, la hermana de Angélica.

Epílogo.

·         "Armando"  era su cuñado y le confesó todo a Angélica.

Escoge tú querido lector, el final de esta obra:

1.       Angélica asesinó a su cuñado.

2.       Se casó con él.

3.       Angélica se suicidó y su cuñado huyó.

4.       Su hermana los asesinó a los dos.

5.       Su hermana asesinó a Angelica.

6.       Ahora viven los tres juntos felices para siempre.

 

Fin.

Lourdes H. Siles.


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