El fin

15.07.2017 23:28

 

Las  fantasmagóricas sombras de los árboles  del jardín se movían a su antojo en las paredes de la sala de estar;  cuyas grandes vidrieras añadían una extraña dimensión a las figuras, en aquella noche de lluvia torrencial con rayos y  truenos.

Lentamente se sirvió una taza del aromático café de altura mezclado con canela, que despedía vapor con alegres silbidos en la cafetera. Bebió un sorbo y suspiró profundamente recordando, como siempre, la imagen de los coloridos cafetales de su tierra natal, su amada Tapachula en el sur del estado de Chiapas.

Subió con paso cansado pero firme los escalones de la tallada escalera para llegar a su habitación. Tomó su diario y empezó a escribir.

… no Diputado, las cosas no son así. Usted está viviendo una hermosa fantasía y cree que su  familia lo acompaña en esta ilusión. No se engañe. Soy su amigo y por eso me atrevo a decírselo, nada qué ver. El tiempo pasado no se recupera nunca. Sus hijos ya crecieron sin estar usted presente en sus momentos más significativos y eso no cambia; ellos ya hicieron sus vidas sin usted; son adultos profesionistas que tuvieron la fortuna de ser sus hijos y su motivación para crecer en su carrera política, de la cual hoy se despidió, misma que fue parte medular para darles esa profesión que actualmente gozan sin usted. No se torture, la vida es así. Finalmente usted está solo. Ninguno de sus hijos dejará sus obligaciones para acompañarlo en esta etapa de su vida…

En medio de la tormenta apenas se escuchó un ¡Bang! Y después sólo silencio.

Fin 

Lourdes H. Siles