
No amiga, no es tan traumatizante como crees. Fíjate que no eres la primera, mucho menos la última que pasa este trance.
Me siento horrorosamente triste y deprimida; nunca imaginé que Romeo me hiciera esto; si siempre fue tan cariñoso conmigo y con los niños. No sé qué fue lo que lo hizo abandonarme para irse con la hija de la Chata Vidal. Le platiqué a la Güera Ibargüengoitia y me hizo el favor de llevarme al Centro Espiritual de don Marcelino y este señor me leyó las cartas y me dijo que a Romeo lo hechizaron por medio de una foto y tierra de panteón; pero que si quiero que regrese a casa; el trabajo de deshacer el hechizo me cuesta cinco mil pesos y lo más grave es que no tengo ni un solo centavo y...
No amiga, no te dejes embaucar por gente como don Marcelino. En la vida lo que cuenta es la praxis. Seamos realistas. Recuerda que a mí también me sucedió lo mismo. Lo que pasa es que nunca falta una chamaca revoltosa que se les ande ofreciendo y ellos lógicamente prefieren a la más joven y bonita que a su esposa; que dicho sea de paso, nosotras nos olvidamos que ellos quisieran que fuéramos eternamente atractivas, como cuando nos conocieron y que siempre actuáramos como cuando no teníamos hijos, y ellos eran nuestro único foco de atención. No amiga, seca esas lágrimas y bebe el cafecito, mientras te muestro la carta que le mandó la licenciada González a la Beba Alcaine cuando le sucedió lo mismo con su esposo.
La historia comienza en el momento que la licenciada tenía entre sus manos la fotografía del chavo aquél que llevó al Baile de banderas y había puesto llave a su recámara, para que su hija no la fuera a sorprender besándola y sonó el teléfono...
¡Yo contesto!... ¿Bueno?... ¿Con quién hablo?... ¿Con quién desea hablar?... ¿Es usted la licenciada González?... ¿De parte de quién?... Mire, soy Paty la prima de Lolis. ¿Es usted la esposa de Romeo?... Sí, ella habla. Es que... es que... es que mi prima Lolis desapareció de la casa y acá todos piensan que está con su esposo y... yo estoy segura que así es.
Sentí que el techo me caía encima. Enmudecí. Percibí ese olor característico que se siente cuando una está a punto de desmayarse. ¡No podía ser verdad lo que estaba escuchando! Veía oscuro todo a mi alrededor. ¡No, Romeo no puede hacerme esto!.
Sin embargo, mi orgullo me sacó a flote y contesté aparentando toda la calma del mundo: "Paty, mucho gusto de conocer tu voz y aunque no lo creas, me da mucho gusto también escuchar esa noticia. ¡No te preocupes! Si tu prima está con mi esposo, no hay problema; pero dime ¿cómo es que estás segura que tu prima, a quien no conozco, se fugó con él?
Licenciada, mi prima se llevó toda su ropa y hace como dos horas la vieron en la esquina de la casa con su marido y, como ya tiene tiempo de ser su novia, pues lo más lógico es que se haya ido con él... y… y… y…
Ya no escuchaba sus palabras. Afanosamente trataba de entender en qué momento mi Romeo había tenido tiempo para andar de novio con otra mujer y cómo había podido ocultarlo a mi suspicaz olfato de esposa. Conseguí ordenar mis ideas; que en esos momentos giraban como un torbellino. Me resistía a creerlo. Él, con esa cara de inocente que me cautivó cuando lo conocí; que me llevaba rosas los fines de semana; que era amoroso conmigo y nuestra hija, sobre todo, que siempre me decía que me amaba y sentenciaba que el día que supiera algo malo de mí, ese día me mataría.
Recordé los días de campo a la orilla de la carretera; en ese lugar donde los árboles con sus frondosas copas nos regalaban su refrescante sombra y que esos días de campo dominicales eran nuestro único escape mutuo de los respectivos trabajos que ambos desempeñamos; comíamos y luego nos llevaba a recorrer los ejidos de la zona alta y fría de ese municipio, donde el aroma de las matas de café en flor embriagaban los sentidos.
¡No!... ¡No era mi Romeo el que se había fugado con otra!... ¡No, él no tenía tiempo ni para salir conmigo que me amaba tanto! ... ¿Licenciada?... Sí, dime. Es que creí que ya no estaba al teléfono. Sí reina, te escucho; No hablaba porque es mala educación interrumpir al que está hablando. Mi voz la oía lejana; como cuando hablas a través de esos vasos de plástico, unidos por un largo hilo, que se hacen en la escuela primaria para comprobar la propagación del sonido.
Mira nena, no te preocupes, si tu prima quiere casarse con mi marido, no hay problema. Yo no tengo nada en contra de ella ni de él, es más, tiene un buen tiempo que hemos estado hablando los dos de separarnos, porque ya no nos amamos; pero lo hemos ido postergando porque él no quiere separarse de la niña. Así es que no hay ningún problema. Esto tenía que pasar; con tu prima o con la otra mujer que tiene con dos niñas o con la de hermana de mi comadre que ya tiene también un niño de cuatro meses.
Tenía que ponerlo en mal, ya que esto no era cierto. Por eso te repito que no hay problema alguno, es mas, le pido a Dios que a tu prima sí sepa corresponderle como ella se merece, porque como tu dices; eso de fugarse a los dieciocho años con un hombre comprometido, truncar sus estudios, dejar la hermosa residencia de sus padres y olvidarse de su propio auto; para irse a vivir con él a esa casucha de cinco por cinco, donde habitan doce personas incluidos los padres de él, y que con el sueldo que tiene como vendedor de refrescos, es muy difícil que pueda llevarla a otro lugar; ni darle siquiera la mitad de todo a lo que ella está acostumbrada. Porque quiero decirte que el hecho de abandonar todo por irse con él, habla mucho del gran amor que le tiene a mi marido. No te preocupes. Yo no haré nada para impedir su matrimonio. Así que si tu prima te llama puedes decirle de mi parte por favor, que les deseo toda la felicidad del mundo, y discúlpame reina; pero cuando llamaste estaba a punto de ir al salón de belleza y se me está haciendo tarde para la cita; así que adiós y buena suerte.
No había tal cita.
Lo maldije mil veces; me acosté y levanté al momento. No tenía paz en el corazón.
Las horas pasaban lentamente y Romeo no aparecía. Amaneció.
... ¡No llegó! ... ¡Era cierto! ... ¡Mi Romeo ya no me amaba! ... ¡Me había abandonado! ... ¡A mí! ... ¡A mí!
Tomé un baño, cogí lápiz y papel; abofeteé mi rostro y empecé a escribir:
PLAN DE ACCION:
ü Hablar con él.
ü Decir que no hay problema.
ü Preguntarle si de verdad la ama.
ü Proponer perdonarlo y que vuelva a casa.
ü Jurar que nunca se hablará de ese tema en casa, si vuelve.
ü Impulsar su boda.
ü Arrancarle la promesa de que el día de su boda no regrese a casa de sus padres, donde está con ella y que regrese a casa.
ü Cuando ella se aburra de esperarlo y se vaya, abandonarlo yo.
ü Casarme inmediatamente con otro.
ü Enviarle fotografías de mi boda.
ü Esperar tranquilamente que venga a suplicarme volver con él.
ü Llamar a la policía, mencionando que vino a perturbar la paz y tranquilidad de mi nueva familia.
ü Y por último ¡Reír, reír, reír y reír!.
He de informarlte que todo el proceso anterior consumió trescientos sesenta y cinco días de mi vida; pero se cumplieron todos y cada uno de los aspectos.
¡Ah! Se me olvidaba decirte que estoy legalmente casada con el hombre que me rogó por tres años previos, que abandonara a Romeo y legalizáramos nuestra relación para no tener que escondernos.
¿Cómo ves?...para mí que la "Lic." hizo lo que tenía que hacer; No se vale que te abandonen y después se solacen con tu desgracia; sobre todo la otra. No amiguita, quiero que sepas que a mí me funcionó muy bien ésta receta cuando Pepe me dejó y mírame ahora. Soy feliz. Rejuvenecí y comprendí que de ahora en adelante debo ser y estar siempre bien atractiva; voy al gimnasio, me maquillo aunque no tenga que salir y estoy siempre dispuesta a hacer todo lo que me diga aquél en la intimidad y sobre todo, me hago terapia mental para estar preparada por si algún día él se va con una chica de su edad.
¡Ay manita!...no creo que pueda soportar llevar a cabo el dichoso plan de acción, además, toma en cuenta que la "Lic." Ya traía repuesto y yo no.
¡Ay amiga! ... ¿Y quién era el chavo con el que te vi en Puerto Madero en semana santa muy agarraditos de la mano?... Por supuesto, tú no me viste; pero yo...
¡Está bien!... ¡Manos a la obra!
¿FIN?
Lourdes H. Siles
Leer más